El despertar de la cucaracha

Es momento de moverse de nuevo. Después de casi un mes entre Mae Sot y el hospital de Bangkok, vuelvo a subirme a un tren. Mi próximo destino está en un centro de meditación a unas 20 horas de aquí, cerca de Chaiya, al sur del país. Me voy a quedar los próximos 12 días allí. Una hora y media de yoga cada mañana y 3,5 horas de meditación sentado y otras tantas andando, convierten este retiro en el más relajado que habré realizado hasta la fecha.

Vuelvo a enfrentarme a varios días de silencio e introspección en los que seguir con el proceso iniciado varios meses atrás. Parto con el objetivo de afianzar el desarrollo del vaciado de mi mente, la toma de conciencia del momento presente y la interiorización de la ley de la impermanencia y el principio de abundancia. Vuelven los 8 preceptos (los podéis recordar pinchando aquí).

Cris se marchó a Laos el miércoles pasado así que vuelvo a viajar solo. Nos dijimos adiós con un abrazo y un ‘Gracias, amigo’. Cero apego. No apareció la nostalgia después de compartir los últimos cinco meses con él. Reconozco que es liberador experimentar las despedidas de este modo. Al no centrar la atención en el pasado, no emergen la melancolía o la tristeza, solo surgen la satisfacción y la aceptación de lo vivido, y las ganas de ser el siguiente momento. A diferencia del resto del Meditation Team, con él tengo la impresión de que nuestros pasos volverán a coincidir. A ver qué tiene que decir de esto el azar…

Pese a ser una sensación mucho más leve que la que experimenté en febrero después de despedirme de Albert Company a nuestro regreso de Laos, en ciertos momentos, siento algo de vértigo por volver a andar solo. El punto positivo es que la observación de esa sensación hace que desaparezca por completo y, por tanto, mi identificación con ella. La independencia emocional, el saber estar a gusto conmigo mismo sin depender de otros, crece día tras día.

Abandono Mae Sot en el inicio de la estación de lluvias y con un exitoso workshop, con los estudiantes de Hong Kong y algún que otro voluntario más, finalizado. Han bastado 5 días para provocar inundaciones, hasta tal punto que hoy el agua llegaba hasta la cintura en algunos puntos. Es más que divertido moverte en moto en estas circunstancias. Las largas conversaciones que he mantenido con Javi han sido el perfecto colofón para este mes de julio. En la moto, él es quien conduce:

Por cierto, el título del post hace referencia a una situación que viví unas noches atrás. Tumbado en la cama, con una oscuridad prácticamente total y el sonido de la lluvia de fondo me desperté por un cosquilleo en la cara. Resultó ser una cucaracha del tamaño de mi dedo índice paseándose libremente por encima mío. Mi reacción fue muy distinta a la que tuve en Ayutthaya y que os conté en el post The Magic Bus (Segunda parte). La agarré con cuidado y la tiré a los pies de la cama, debió chocar con la mosquitera y quedarse merodeando por allí. Volví a dormir ajeno a cuál fue su recorrido a partir de ese momento.

3 comentarios

  1. Aquesta fixació en la perfecció per dur a terme els 8 preceptes no està contraindicada? :P.
    És realment positiu que amb una persona que has conviscut 5 mesos hi hagi «0 apego»?
    Una abraçada!

  2. Veig que estàs al lloro, Jordi. La primera part del teu missatge fa referència al tema del proper post, on parlaré de l’aferrament a la sensació de desaferrament i les seves conseqüències. Ja comences a anticipar les meves publicacion! 😉

    En referència a la segona part, només aclarir-te que entenc que hi ha una diferència entre estima i aferrament. La meva estima pel Cris durarà molt, però l’aferrament no fa més que deixar-te anclat en un moment de la teva vida, impedint-te viure al 100% el present.

  3. M’agrada molt la teva resposta!!!!!

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