El juego

Primer día de playa en este viaje. Después de pasar mi primera noche en Penang, decidí regalarme un día de sol en la playa de Batu Feringhi. Me la habían pintado bastante mal, por el hecho de que me la encontraría llena de gente, pero esto no me hizo cambiar de idea. Quería sentir la arena bajo mis pies y darme un largo chapuzón en el mar. No me importaba, para nada, en qué condiciones.

Al bajarme del autobús urbano, me dirigí hacia ella y pude comprobar que tales afirmaciones no se correspondían con la realidad. Aparqué mi toalla, me tumbé y me sentí aliviado por haber dejado atrás, definitivamente, las lluvias del norte de Tailandia. Pasé un par o tres de horas en silencio, tostándome al sol, y observando la volatilidad de mis pensamientos.

Después de comer, decidí llegar al extremo de la playa dando un paseo. Durante el recorrido, me di cuenta de que llevaba varios minutos completamente abducido por un recuerdo antiguo. Ese momento me sirvió para traer al presente un juego que me había inventado en el monasterio y que había olvidado casi por completo.

Partiendo de la base de que nestras mentes divagan sin cesar, este ejercicio tiene como objetivo profundizar en la toma de conciencia de la secuencia que siguen nuestros pensamientos. Nos solemos dejar llevar por ellos y parecen no tener conexión, pero no suele ser así. Una idea, un plan o una memoria nos llevan siempre, o casi siempre, a la siguiente imagen mental, ya sea del futuro o el pasado. Están conectados de alguna forma.

En el preciso instante en que te das cuenta de que tu mente te ha llevado a fantasilandia, tomas el último pensamiento que ha aparecido y tiras hacia atrás para descubrir cuál fue su origen. Es sorprendente hasta dónde llega nuestra imaginación por el simple hecho de sentir el viento en el pelo, el olor de la parrilla de un restaurante o encontrarte una piedra en el suelo. Esto se acentúa cuando contemplamos a las personas y sus interacciones.

Contemplar esta cadena, no es siempre fácil ya que, a veces, parece ser infinita y es habitual perderse. Sin embargo, con la práctica, es posible percatarse antes, es decir, cazar pensamientos con menos eslabones. Creo que esta puede ser una forma más de observación interna y así poder «liberarnos» de tanto ruido mental y estar aquí y ahora.

Vuelvo a estar en Tailandia. Encontré un nuevo retiro de meditación del 11 al 19 en la isla de Ko Pa Ngan. Más, en breve.

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