Estrés… ¡¿y eso que es?!

No contar con tecnología, ni distracciones de otro tipo, puede parecer aburridísimo. De hecho, los primeros días lo es. Pero una vez te acostumbras a pasar solo varias horas al día «sin nada que hacer» aprendes a valorar otras cosas. Según como me siento, las dedico a meditar, leer, escribir mis notas de lo que voy aprendiendo y/o los siguientes posts para el blog, o simplemente contemplar la naturaleza.

Jamás me había parado a mirar la vegetación. Un día, cansado de meditar a las 14.30, decidí no practicar la ‘walking meditation’ y sentarme en las escaleras que llevan al Sima Hall (sala principal). Me quedé atónito con el movimiento electrizante que hay en los árboles y arbustos cercanos. Mil variedades de pájaros, insectos de formas indescriptibles y ardillas gimnastas captaron toda mi atención.

Observar la ley de la naturaleza en todos y cada uno de los seres que puedo ver se ha convertido en un extraordinario ejercicio. ¿Existe mejor forma de entender la impermanencia de las cosas?

Me he dado cuenta de que no hay dos días iguales. Obvio. Lo sé. Pero lo he experimentado por primera vez… Ayer vi una pelea entre salamandras de varios colores y hoy busco en el mismo lugar a ver si se repite. Pues no. Otro día veo insectos atareados alrededor de una flor, y al día siguiente la flor está completamente sola, impasible, gozando del sol y sin esperar ser polinizada. Eso llegará, o no. ¿Qué más le da? Está al sol y punto. ¿Por qué debería preocuparse? No importa nada más que recibir el sol. ¿Cuándo? Ahora.

Desde los árboles que crecen de lado en busca la luz del sol porque otro más grande la obstaculiza, hasta las hojas medio devoradas por insectos microscópicos, pasando por las carreras de ardillas gigantes y los vuelos rasos de los pájaros, estoy intentando aprender. Aprender a ser transparente con lo que hay, es decir, a no juzgar lo que sucede. Aceptar las cosas tal cuál vienen y reaccionar en la medida que corresponda a la situación dada.

Esperar repetir una experiencia, o simplemente recordarla muy a menudo, me ha hecho perderme numerosos momentos irrepetibibles. Lo mismo ha sucedido cuando he anhelado intensamente que se dieran situaciones futuras que escapaban a mi control. ¡A ver si con estos ejemplos aprendo de una vez!

Esta reflexión no implica dejar de planificar ciertos aspectos de mi vida ni permanecer impasible ante situaciones negativas. Lo que quiero interiorizar es dejar de estar tan rematadamente enfocado al futuro y al pasado. He pasado así 29 años, perdiéndome lo mágico del momento presente estando desilusionado, triste o decepcionado por no volver a ver la pelea de salamandras de colores con la que aluciné ayer o perdido en la definición de infinitos escenarios posibles acerca del próximo paso adelante en mi vida.

Lo mejor de todo es que me he dado cuenta. Será interesante ver cómo hago para lograr adaptar y mantener estos aprendizajes en mi vida «real» en Barcelona…

5 comentarios

  1. Ei marc,ya tengo ganas de aprender. Un abrazo

  2. Hola Marc, estem amb la Inga al llit, els dos, mentre llegim el teu blog abans d’anar a dormir. Escolta que si vols lluita de sargantanes, aqui barcelona també en tens!

  3. Jordi Batlle

    Estàs segur que vols tornar? cada cop que et llegeixo ho tinc menys clar. Pot ser el teu darrer aprenentatge no sigui una reflexió, sinó una acció…

  4. Jordi Batlle

    estàs segur que vols tornar? cada cop que et llegeixo ho tinc menys clar. Potser el teu darrer aprenentatge no sigui una reflexió, sinó una acció.

  5. Que grandes enseñanzas Marc! Es como leer el poder del ahora en versión práctica. 🙂 Aunque a los 29 años que dices que has pasado perdiéndote el momento presente le restaría 1 o 2, ya que al principio de nuestra etapa en la tierra si que solemos aprovechar el momento presente y flipamos con cualquier cosa! Un abrazo men!

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