Una pregunta que me repite bastante la gente que voy conociendo por el camino es qué es lo que más echo de menos de casa después de tanto tiempo fuera. La respuesta es obvia, pero tardé cierto tiempo en darle forma. Ahora lo sé. Lo que más añoro es el amor y la ternura de los míos.
A lo largo y ancho de esta experiencia que estoy viviendo, he conocido a un número considerable de personas. A la gran mayoría ni les recuerdo. Se quedaron en aquél pueblo, monasterio u hostal donde coincidimos. Forman parte de aquél presente que ya pasó. Con otros pocos, en cambio, he establecido un vínculo más profundo e íntimo que me llena y me permite seguir creciendo. La distancia física entre nosotros podrá crecer pero, de algún modo u otro, seguiremos conectados y aprendiendo juntos.
En el top 2 se encuentran Cris y Pierre. Ambos han visto mi alma totalmente desnuda y vulnerable. Hemos desarollado niveles de empatía, comprensión, cariño y crecimiento personal que se acercan a límites antes desconocidos para mí. Nuestras diferencias culturales no han hecho más que intensificar las sensaciones de cada momento compartido. El rol de maestro y alumno ha ido cambiando a lo largo de cada larguísima conversación.
Aparte de estos dos últimos, que me lo han dado todo, extraño el amor incondicional de mi familia y amigos más cercanos que se han entregado a mí, sin esperar nada a cambio. Esos y esas que son capaces de vislumbrar mi estado de ánimo en un abrir y cerrar de ojos. Aquéllos y aquéllas a los que recurro cuando me siento lleno de energía o, por el contrario, cuando el sufrimiento e insatisfacción hacen mella en mí. El cuerpo me pide su contacto. Añoro sus besos, abrazos y caricias.
Al mismo tiempo, echo de menos la sensación que me produce quererlos, entenderlos y esforzarme para estar más y más cerca de ellos cada día que pasa. Poder dejar brotar ese amor naturalmente, sin complejos, y sentir esa sensación que me hace vibrar es lo que me hace tener unas ganas locas de volver. A todos y todas los que os dais por aludidos, sabed que ¡os quiero!
Parece mentira que haya necesitado cruzar el mundo entero y pasado cientos de horas en soledad para poder observar todo este flujo de emociones y sentimientos. No podría estar más agradecido al universo por haberme dado la opción de encontrar el camino hasta este momento. Todo lo que me ha sucedido en estos 29 años y medio de vida, bueno y malo, me ha traído hasta aquí.
Si volviese para atrás en el tiempo, me esforzaría en cometer los mismos errores y aciertos para poder generar de nuevo esta vivencia. Gracias a todas las personas que me empujásteis a venir. Soy consciente de que no era vuestra mejor opción, ya que implicaba que nos separaríamos por un tiempo. Gracias, gracias y gracias.
Great blog!
Gracias a ti crack por todos estos post que mandas y por el cariño que, sin contacto visual ni físico, nos haces sentir. Un abrazacken. Por cierto, countdown, mes y medio…
Un mes y 3 días… 😉
espero que vuelvas pronto para compartir todo lo q has aprendido y vivido, me sabe mal q no estés aki para celebrar mis treinta por q va ser apoteósico. Un abrazo enorme.
pd: espero que cuando llegues aquí, tan moñitas y espiritual que estás, no te hagas cura, o peor, monja.
cuidat xato i fins aviat
Hosti, bro… Se’m va passar el teu aniversari. Feliç entrada a la nova dècada!! Tot i que ho celebris a full ara, reserva’m una mica d’energia per quan torni 😉
Un post molt interessant, sobre tot perquè serà un termòmetre del Marc que tornarà…
Nous aussi on pense fort à toi…
On t aime…
Au fait, j adore la photo du post
Gros bisous
Merci Coraluche!!! On se verra bientôt… 🙂