Estos 4 días que llevamos en la isla de Koh Kood están resultando más que inspiradores. El ritmo de vida en la isla es inusualmente lento para lo que estoy acostumbrado y facilita mucho la tarea de la auto-observación. Podría decir que casi choco con mi respiración (las personas que asisten a mis sesiones regulares saben perfectamente a qué me refiero).
Hacía tiempo que no sentía tantísimos momentos de consciencia espontánea a lo largo de un mismo día. Me pillo meditando casi sin querer varias veces al día.
Atribuyo gran parte de estas sensaciones a la reducción, más que significativa, de mis horas pegado a una pantalla.
Otro aspecto que favorece en gran medida la contemplación es el funcionar con el reloj biológico y no con el de muñeca. Dormimos, meditamos, comemos y hacemos deporte cuando el cuerpo nos lo pide.
Quedan 2 días aquí y luego me voy de retiro de meditación y silencio del 20 al 27. Creo que no he tenido una preparación mejor para ninguno de los retiros a los que he asisitido hasta la fecha.
Tener este puntito de agujetas que siento por todo el cuerpo me demuestra que este trabajo físico previo al retiro me ayudará a vivir más cómodamente tantísimas horas de quietud.