Después de pasar las dos primeras semanas en Koh Pha Ngan compartiendo bungalow con Albert Company, asistiendo al curso de yoga y saliendo a correr por la playa con Pierre, recibí la visita de Cris. Reencontramos nuestras conversaciones eternas y los silencios. Es curioso, pero comparto el silencio con alguien muy pocas veces y, con él, sale de forma natural.
En el transcurso de este tiempo, he reaprendido un concepto que Eckhart Tolle repite en sus libros: «No hay nada que refuerce más a nuestro ego, que tener razón». La idea es clara y sencilla, o relativamente sencilla, de entender a nivel intelectual, pero, como siempre, la profundización aumenta al experimentarlo.
Una tarde, le hice un comentario a Albert acerca de su paciencia o impaciencia en una determinada situación. En el mismo instante en que las palabras salieron de mi boca, me di cuenta de que le estaba juzgando a futuro. Me desdije y entonces ocurrió. En primer lugar, calificarle de una manera u otra, puede llegar a condicionarle en su toma de decisiones por un tema de empatía influido por su percepción del momento. En segundo lugar, yo me implicaba al 100%.
De confirmarse el pronóstico, mi ego, en términos de seguridad a la hora de juzgar a la gente, daría saltos de alegría y jolgorio dándome argumentos para volver a hacerlo en el futuro. En caso contrario, la situación podría llevarme a reducir la confianza en mí mismo y dar paso a la autocrítica. En cualquier caso, lo importante es que me habría involucrado directamente en una realidad que no es mía.
Tan sólo percibiendo mi juicio en el momento de emitirlo, cortó de raíz mi relación con el resultado final. De este modo, mi ego, entendido como la identificación con mis pensamientos, no sufrirá una alteración por factores externos.
Resumo la conclusión con una frase de Cris: la clave es observarse, aceptarse y trabajarse. En este caso, observar el juicio, aceptar que se produce y no calificarlo como bueno o malo, y trabajar en la búsqueda de ese espacio interno que rompe el apego a un resultado. Observar, aceptar y trabajar.
Cris y Pierre, las dos personas más influyentes y determinantes que he conocido en este viaje, han decidido asistir al retiro de Dipabahvan, en Koh Samui. He decidido seguirles. Por cierto, creo que elegir tomar la foto de nuestro reencuentro en el último momento, recién levantados y con la cara hinchada, es…
M’agrada l’estadi reflexiu al que estàs arribant, a prop d’arribar a actuar sense esperança, però també sense por. Molt bé.