Hace unas semanas me pasó algo insólito. Viví una experiencia que me dejó perplejo un buen rato. El protagonista de esta historia es un estudiante de ingeniería birmano, tiene 19 años y se llama Aung Myat Ko.
El monasterio se llenó de gente durante el período del 8 al 21 de abril, debido a la festividad del año nuevo birmano (17 de abril), muchos deciden pasar estas fechas en centros de meditación como Pa’Auk Taw Ya. Algo que me sorprendió fue la edad media de los nuevos «civiles», ya que la mayoría eran muy jóvenes. Cris, Matt y yo nos hicimos especialmente populares; tanto es así que intercambiamos emails y Facebook con varios de ellos.
Una vez contextualizado el momento, os cuento mi relación con Aung. Resulta que el chico se acercó tímidamente a mí una tarde. Hasta aquí todo normal, ya que antes que él algunos de los nuevos habían hecho lo mismo. Su inglés era impecable. Era interesante ver como se tomaba su tiempo para construir las frases antes de decirlas. El resultado, cero errores gramaticales y de vocabulario.
Al día siguiente de conocernos se volvió a acercar a mí para pedirme permiso para pasarse por mi kuti por la noche. Tenía algo que decirme. ¿Cómo iba a decirle que no? ¡Qué expectación! ¡Qué misterio! Quedamos a las 19.30, justo después de la última meditación del día. Llegué una hora y cuarto tarde…
Ese mismo día coincidió que Cris se puso enfermo, así que al salir de la meditación me acerqué a su kuti para interesarme por él. De camino, me encontré con Matt y me quedé con él tomando un Coffee Mix hasta pasadas las 20.30. Al llegar al mío, me encontré una bolsa en el suelo con un zumo de naranja, varios paquetes de galletas y uno de kleenex. ¡Horror! ¡Se me había ido totalmente de la cabeza! Me giré automáticamente en busca de Aung y, por suerte, lo encontré. Me estuvo esperando todo ese tiempo.
Lo invité a entrar al tiempo que me disculpaba por mi retraso. Fui absolutamente sincero con él. No me inventé ninguna excusa para cubrir la vergüenza que sentía en el momento, pese a estar tentado de hacerlo. Como ya sabéis, hace unas semanas que decidí cambiar ciertos patrones de comportamiento, y esta no es más que una nueva muestra de ello. Nos sentamos en el suelo y empezó a contarme a qué venía su visita.
Para la segunda parte de la historia, tendréis que esperar un par de días… 😉
cabronàs, això no es fa, si relates el motiu, ho fas…
Això no es fa Marqui!!!! No tardis tant en seguir la història! 😀 😀 😀