Dedico este post a contaros mi rutina diaria, aparte de la meditación. Pese a no contar con lujos a los que estoy acostumbrado como comidas y reuniones familiares, una caña con los amigos de vez en cuando, internet o los entrenamientos nocturnos de fútbol, entre muchos otros, aquí no tengo tiempo para aburrirme.
Ya no madrugo tanto. Llevo algo más de dos semanas sin ir a la primera de las meditaciones a las 04.00. Me levanto a las 05.35, me arreglo y voy directamente a gozar del suculento y contundente desayuno. A continuación, me reúno con Gunananda (el ‘Samanera’ anteriormente conocido com Cris) y vamos al kuti de Vipassi a meditar hasta la hora de comer.
Tenemos una gran suerte de habernos topado con este monje mexicano, ya que aparte de su dilatada experiencia en meditación, es psicólogo. Ha resultado ser especialmente inspirador y didáctico en todo lo referente a nuestro aprendizaje meditativo y al enfrentamiento, inevitable por otra parte, de las cargas emocionales que traíamos dentro. El proceso fue duro al principio, pero está resultando ser más que liberador.
Estoy progresando enormemente en temas de concentración y meditación y, más importante todavía, mi paz interior crece día a día. Tanto es así, que ya estoy pensando en la manera de cómo me gustaría compartir todo lo que estoy aprendiendo, con aquellos/as que podáis estar interesados/as, a mi regreso.
Después de comer, descansamos un rato y volvemos a juntarnos a las 14.00 para seguir meditando. Algunas veces estamos juntos hasta las 21.00, hora a la que nos dirigimos a nuestro kuti a dormir. Los días que terminamos más pronto, solemos dedicarlos a reunirnos con Matt, Mokkhita (Markus) y Utinna (Hugo).
Hace unas semanas descubrimos una plataforma con vistas increíbles. Este es nuestro lugar preferido de encuentro para dar por finalizado el día. Intentamos llegar alrededor de las 17.30 para poder ver la puesta de sol y la aparición de las estrellas y la luna. Me encanta. Nos tumbamos en el suelo y compartimos ese momento. Algunas veces mantenemos largas conversaciones y filosofamos sobre nuestras vidas. Otras, en cambio, simplemente permanecemos en silencio.
Es espectacular poder vivir los primeros pasos de la temporada de lluvias. Se pueden ver incontables relámpagos en la distancia a la vez que el cielo estrellado justo encima de nuestras cabezas. La realidad es que no podremos seguir yendo cuando empiece a llover porque está bastante alejada y porque no hay nada que nos proteja del agua, ni de los rayos.
Nuevamente, un ejemplo de la ley de la naturaleza: la contemplación del cielo desde una plataforma de cemento, es impermanente…
Quan compartiràs aquesta pau, directament amb la natura i en solitari? Quan et llegiré dient que posaràs a prova la teva resistència mental al fons del bosc?