Como ya os conté en mi último post, no pude realizar el retiro de 11 días en Chaiya. En el momento en que me dijeron que no podía extender mi visado apareció en mí cierto sentimiento de disgusto y frustración. Llevaba unos 15 días seguro de que ese iba a ser mi siguiente paso, y no fue así. Después de observar dichas sensaciones y liberarme de ellas, planteé tres nuevas opciones: quedarme en Mae Sot y esperar a que amainara el temporal, volver a ir a Savannakhet (Laos) o bien dirigirme hacia Malasia.
Estuve tentado de quedarme un par de días en Mae Sot, pero me di cuenta de que, ésa, era la opción más sencilla de las tres. Después de varias semanas allí, construí un nuevo entorno confortable. Tenía amigos y una rutina estables que me «protegían». En cuanto llegué a esa conclusión, recordé cuántas ganas tenía de volver a moverme desde hacía unos días y que ese argumento estaba muy lejos de justificar una prolongación de mi estancia allí.
Quedaban, pues, dos opciones. Descarté Savannakhet casi desde el principio. No me apetecía cruzar Tailandia de oeste a este para terminar en una ciudad sin historia. Además, ir hacia allá no me facilitaba, en ningún caso, el poder visitar lugares a los que quiero ir.
El resultado es que, gracias a que mis planes no funcionaron, pasé 4 grandes días y medio en la isla de Penang, al norte de Malasia. Pude pasar tiempo a solas, pisar una playa por primera vez desde que estoy en el sudeste asiático, convivir a la vez con las culturas china, india y musulmana, gozar de suculentos manjares, conocer a un considerable número de mochileros solitarios y, como no, obtener mi nuevo visado.
Aceptar las situaciones tal cual se dan, independientemente de si se consuman o no los planes planes previstos, es liberador. No dejarte llevar por el revés de expectativas incumplidas, que sin querer generas ante cualquier circunstancia, permite ser menos reactivo cuando sucede algo no previsto. Es posible no quedarse anclado en el mar de dudas que surge en tu interior cuando tu plan perfectamente calculado queda en nada, y ponerte manos a la obra para definir un nuevo momento. Un ahora distinto.
No apegarse al resultado de una situación, ya sea «bueno» o «malo», incrementa nuestra capacidad creativa. La inexistencia de apego a esas sensaciones desagradables permite enfrentar la realidad de una perspectiva más objetiva, más neutra. El siguiente paso aparece prácticamente solo si nos dejamos fluir. En mi experiencia podría haber calificado negativamente el cierre de la frontera y quedarme encallado por el no cumplimiento de mis expectativas. Lo que me abría perdido…
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Siguiendo con una costumbre que inicié en Wat Pa Tam Wua, he ido apuntando las nacionalidades de la gente con la que me he ido cruzando estos últimos meses. Con Singapour, Egipto, Taiwan, Sudáfrica, Laos, Cambodja, China, Holanda, Macedonia, Italia, Suecia, Nueva Zelanda, Australia e Israel, suman 40 países distintos desde el inicio de este viaje.
Molt ben fet!