He aquí un breve resumen de mi retiro en Ko Pa Ngan, la isla más fiestera de Tailandia. Jamás habría pensado que iría a buscar la calma y el silencio en un lugar como este.
Día 0. Bienvenida arácnida (II). Segundo retiro y segundo saludo a ocho patas en el baño comunitario. Hay más. No fue una, sino dos arañas las que dieron comienzo a mi semana. Ambas dejaban en ridículo, en lo que a tamaño se refiere, a la que me encontré en el centro donde hice el retiro de Goenka.
Día 1. Viejas sensaciones. Vuelta a los madrugones, a las siete sentadas diarias (de tan sólo 45 minutos cada una) y a los 8 preceptos. No cuesta nada. Descubro que la comida será espectacular durante todo el retiro. Me siento tranquilo y relajado.
Día 2. Amputación. 11.45 de la mañana. Después de comer me dirijo a mi siesta diaria, previo paso por el baño. Al entrar y querer cerrar la puerta tras de mí, observo que algo lo impide. Lo intento con más fuerza y oigo un ruido, parece un desgarro. Noto que algo cae del techo, así que dirijo mi mirada hacia arriba. Un Gecko verde y con infinitos topos rojos de más de un palmo de longitud acaba de ver como su cola le ha sido arrancada traumáticamente.
Día 3. Primer pedo. Tan sólo 9 personas acudimos a este retiro. Todos nosotros occidentales. Qué casualidad que el primer día que se une a la meditación la propietaria tailandesa del centro se oiga la primera ventosidad.
Día 4. Primer eructo. Esta vez, la propietaria no estaba.
Días 5 y 6. Ça suit son cours. Rutina y poco a destacar. El dolor en las rodillas empieza a aparecer, pero ya queda poco para terminar así que se hace relativamente fácil de llevar.
Día 7. Colores en la penumbra. Me levanto en plena noche para ir al baño. Al encender la luz, noto que algo se mueve. Dirijo mis ojos todavía entrecerrados hacia el interruptor y descubro una serpiente muy colorida, fina como un boli Bic y de más de un metro de longitud enroscándose en él. Un escalofrío muy intenso recorre mi espina dorsal. Ahogo un grito. Me doy cuenta de que tengo dos opciones. Elijo el bosque.
Día 8. Fin del silencio. Se acabó este retiro. Decido irme con Pierre, el canadiense al que conocí en Pa’Auk Taw Ya, a otro retiro de una semana a Ko Samui, la isla vecina. Estaré aquí del 20 al 27. En este caso, el programa diario es todavía más relajado y el entorno aún más bonito.
Para finalizar, me gustaría destacar el nombre de tres de los asistentes. Éramos 5 hombres y me parece curioso que tres de ellos tengan nombres tan singulares.
– El primero se llamaba Ílias. Al presentarse, mi mente me llevó a Sparta y me lo imaginé como un guerrero fornido, barbudo, con el pecho descubierto y cargando un escudo, una lanza y una espada.
– El segundo era Justus. Esta vez, me fui a la antigua Roma y lo visualicé tumbado, vistiendo una túnica blanca y con un gran barrigón, engullendo un racimo de uva.
– El último se llamaba Mark. Es granjero de profesión.
El Gecko va morir? Què vas fer amb la serp?
El gecko no va morir. Com bé saps, pot regenerar la cua sense problemes! I la serp ni idea… No em vaig quedar allà per comprovar què feia. 😉