Quiero empezar este post diciendo: Felicitats pare!!! Espero que passis un gran dia i que ho celebris avui amb l’Amparo i que, ben aviat, ho facis juntament amb el del Luis (moltes felicitats per endavant, cunyat!!) a casa el Franc i la Lola amb la resta de la family.
Demà farà 7 mesos que vaig marxar de casa i tot aquest temps m’ha servit per adonar-me de la importància del teu rol a la meva vida. T’agraeixo de tot cor l’esforç, sacrifici i generositat que m’has donat sempre sense esperar res a canvi. Admiro el que has aconseguit construir, tot i les dificultats que han anat apareixent al llarg del camí. T’estimo.
Después de esta declaración de amor de un hijo a su padre, vuelvo al tema de este post, que hace referencia a una reflexión que lleva varias semanas rondándome la cabeza. De hecho, hice un breve comentario en Habla-cadabra (el blog de Txiqui), acerca del tema, en una de sus entradas.
En el retiro en Wat Kow Tahm, me sentaba detrás de Justus en el Meditation Hall. Este americano es rubio, tiene el pelo rizado y largo, luce una barba larga no excesivamente tupida y solía llevar una sudadera negra por las mañanas para protegerse de los mosquitos. Visto de medio perfil, desde atrás, es idéntico a un amigo mío, al que llamaré Jordi. Pese a ser todavía más bajito que él, más joven y bastante más musculado, al mirarlo, era incapaz de ver a Justus. Sólo podía ver a Jordi.
Pasé varios momentos totalmente fascinado por mi percepción tan errónea de la realidad. Sabía que el tipo al que miraba era un completo desconocido con el que probablemente tan sólo compartiría una semana de mi vida, ¡en silencio! Visto de cara, el parecido era nulo. Para más inri, unos días atrás, Jordi me dijo que se encontraba en Costa Rica, en el otro lado, literalmente, del mundo.
¿Cómo podía ser que aún teniendo la certeza de que era Justus el que se sentaba ahí, no pudiese verlo? ¿Qué le pasa a mi percepción? Está claro que mi mente recurre a recuerdos antiguos almacenados en la base de datos de mi memoria para definir situaciones e imágenes. Sé que no veo la realidad, que estoy siempre condicionado. Aunque no me guste, entiendo que el proceso de conceptualización mental suceda así. No hay más.
Siendo consciente de que este fenómeno existe, estaba seguro de poder deshacerme de esas ilusiones y contemplar todo lo que me rodea tal cual es. Ahora, lo que me hace humear el cerebro es pensar porqué, aún sabiendo la realidad, soy incapaz de verla.
Yendo un poco más allá. Si esto me pasa en un período de mi vida en que estoy de vacaciones, poco me importa, pero ¿qué pasa en un contexto menos propicio? ¿Cuántas veces he percibido y entendido fantasías como si fuesen realidades? ¿Cómo de lejos estoy de la verdad?
Me encuentro desnudo, impotente, ante esta situación. Pensaba que consiguiendo un grado de observación profundo y exhaustivo sería suficiente para saber cuándo mis sentidos me engañan, pero acabo de descubrir que no es así. No digo que observarse interiormente no sea muy útil para aprender a desapegarse, pero está claro que no es suficiente para eliminar los filtros con los que percibimos el universo de nuestras vidas.
¿Qué pasa cuando esta percepción es menos evidente? Si en lugar de confundir a un amigo en el cuerpo de otro, ¿qué sucede si mi vida depende de una decisión que será tomada desde un prisma tan distante de la realidad?
Repito. Objetividad, ¿realidad o quimera?
He aquí el comentario de Jordi. Por culpa del filtro anti-spam no ha podido publicarlo por sí mismo y me lo envió por email.
Moltes gràcies, tio! De moment no tinc arguments per contestar-te, però potser un dia podré… 😉
Su mensaje:
I si era jo? Que diferencia un Jordi a Costa Rica amb el que no pots interactuar d’un Jordi assegut a un metre de tu amb el que no pots interactuar? Tecnicament, el Jordi assegut es una simulació que fa el teu cap, pero si no pots diferenciar simulació de realitat, la simulació esdevé realitat. No ho dic jo, ho diuen els Wachowski.
Jo crec que la realitat esta feta de les lents amb les que la mirem. No existeix una realitat absoluta i objectiva. La objectivitat se la va
No seria que volies veure aquest Jordi de Costa Rica, i el reflexaves en aquell xicot?
De fet, no… No pensava en ell en aquell moment. Ho vaig fer en veure aquell paio!