A dos ruedas

Desconozco si es por el hecho de disponer de mi propio medio de transporte o si es que ya me estoy acostumbrando a esto pero, en este viaje en moto por la provincia de Tak, la sensación de miedo que suele acompañar al «run-run» de aventura ni siquiera se ha asomado.

He pasado los días solo, perdido entre montañas y vegetación, núcleos de casas diminutos que no llegan a la categoría de pueblos, una carretera repleta de socavones y totalmente incomunicado. He estado en Bhumibol, el embalse artificial más grande del país, en Ban Tak, Mae Ramat, Tha Song Yang, el parque nacional de Mae Ngao, Mae Sariang y Noh Bo.

El primer objetivo diario ha sido encontrar alojamiento. El segundo, acceder a cualquier camino que condujese a las entrañas más profundas de esta región. He puesto a prueba mi capacidad de orientación debiendo recurrir a la posición del sol a modo de brújula, y de reloj. No quería que la oscuridad me absorbiese enmedio de la nada.

He descubierto comunidades minúsculas de agricultores donde ni siquiera había electricidad. Me he quedado anonadado en todas las cimas y valles por los que pasado. He visto nubes de algodón engullendo montañas en cuestión de minutos y un arcoiris con la más amplia gama cromática que recuerdo. No tengo palabras para describir los atardeceres… Parecía como si, de repente, todo brillase más.

Puedo contar los vehículos con los que me he cruzado con los dedos de las manos. En una Tailandia de contrastes y llena de occidentales moviéndose sin cesar, he hallado lugares en los que la vida transcurre igual desde hace varios siglos y donde he sido el único rostro pálido.

El silencio ha sido mi compañero y me ha permitido seguir con este proceso de conexión conmigo mismo que, por casualidad, empecé hace 9 meses y medio. He sentido la fuerza de la naturaleza en cada meditación y experimentado sensaciones profundas de paz interior. La cercanía de mi regreso ha despertado ciertos miedos y la soledad me ha permitido observarlos, aceptarlos y desapegarme de ellos.

Miles de retos me esperan a mi llegada y creo estar listo para experimentarlos. Dónde vivir, cómo conseguir ingresos para mi supervivencia y varios detalles más son incógnitas para las que no tengo respuesta ahora. Por primera vez en mi vida, me da igual. Confío estar presente en el momento de toma de decisiones y encontrar las mejores opciones al andar el nuevo camino que empezaré en diciembre. Todo, en su momento.

De todo lo experimentado, vuelvo a quedarme con los cientos de sonrisas que los habitantes de la zona me han regalado a mi paso. Khop khun khap Tailand! (¡Gracias Tailandia!).

2 comentarios

  1. wow!!! M’encanta!!

  2. Fent les maletes gairebé!?
    Ganes de que tornis i ens ho expliquis tot en persona 😉
    Tinc un bon munt de preguntes a fer-te quan tornis!!!

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